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miércoles, 18 de agosto de 2010

Supe que me amaba

Por Bianka Reyes

Dios siempre me ha amado, de eso no tengo la menor duda, hoy lo sé sin temor a equivocarme.

Pero durante los primeros 26 años de mi vida, no podía entender su amor. Me auto destruía tomando caminos errados y envolviendo en relaciones dañinas, tan solo porque no quería aceptar o imaginar que DIOS me amaba y que el tenia un plan para mi, mucho mejor que el mío.
Siempre me ha amado. Desde antes de nacer eligió para mi unos padres que me dieron afecto, atención y educación. Me amo tanto que me dio una infancia y adolescencia feliz. Pero cuando esos años despreocupados pasaron, por cuenta propia elegí sufrir, mientras Dios me hacia un llamado y tan solo me susurraba al oído: “Te amo, estoy esperando por ti”.

El me amo tanto que siguió esperando y me vio cometer mis peores errores; mas, me amaba tanto que tuvo la delicadeza de no inferir en mis decisiones, pero tomó las precauciones de no permitir que yo cayera tanto que no pudiera levantarme y tuvo cuidado de mi en todo momento. Me libró de todo peligro y seguía murmurandome: “Te amo, aun sigo esperándote”, pero yo no escuchaba su voz. O no quería escuchar.

Porque yo veía su amor perfectamente a mi alrededor. Hubo un tiempo en que todo en mi existir se torno sin sentido; ni mi familia, ni mi carrera, ni mi trabajo, ni mis pasatiempos, ni mis amigos, podían llenar ese vacío que invadía mi corazón. Es como cuando estas muy hambriento, a diferencia que esta hambre no había comida alguna que pudiera saciarla.

Un día en el supermercado, Dios agotó un ultimo recurso y me envió un mensaje. Mientras distraída caminaba de un pasillo a otro, un joven me congeló con estas palabras: “Dios quiere que sepas que te ama y que espera por ti. Que no importa lo que hayas hecho, el te perdona y solo quiere que aceptes su amor”. Ya no podía huir mas, Dios me amaba y ahora me lo decía a través de una persona que ni siquiera me conocía ni sabia de mi soledad. Eso, o era Dios o era Dios. A partir de que acepte al Señor, aun con tribulaciones no me angustio porque el tiene el control. La soledad no me preocupa porque el siempre me acompaña. Su amor es tan inagotable, inexplicable, inmenso. Supe que me amaba y gracias a ese amor encontré el propósito de mi vida: Amarle tanto como el me amo, me ama y me amara.

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